Angelorum

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Un gatito pequeño y perfumado

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Ayer por la tarde escuché unos fuertes maullidos que venían desde el patio de la casa de al lado.  Los maullidos parecían  ser de un gato pequeño. Pocos minutos después salgo a mi patio, y veo que en el cerco que divide ambas casas hay un pequeño gatito gritando, similar al de la imagen:






Lo tomé en mis brazos y se dejó, al parecer estaba acostumbrado a los humanos. Tenía el pelaje suave, limpio y con olor a perfume. Esos típicos perfumes para gatos que algunos compran para que su gato huela como cualquier cosa, menos como gato. Y el pelaje que parecía recién lavado, sumado al aroma de flores y frutas, le daba un aire más que de peluche que de animal.

Y mientras lo llevaba hacia dentro de mi casa, me puse a pensar.

Hay algo que realmente no entiendo. Si yo quiero un juguete, voy y me compro uno. Si quiero un adorno para mi casa, voy a alguna tienda y elijo uno que me guste. Si deseo tener una mascota, adopto una que no tenga dueño (en este caso no voy a la tienda de mascotas).

Pero existen muchas personas que no siguen ese mismo método, al menos en lo que a los animales se refiere. Cuando compran un animal de compañía (en este caso,  es muy posible que vayan a la tienda de mascotas) , al parecer también creen que compran un juguete y un adorno, todo en uno. Por lo tanto, el desdichado animal deja de ser tratado como tal y pasa a ser considerado como una cosa linda de la casa. Por consiguiente el gato (imaginaremos que el animal elegido es un gato, pues en esta nota estamos hablando de un gato) es bañado una vez por semana, es perfumado con algun 'perfume para gatos' para que esté oloroso, se le cortan las uñas con un 'cortauñas para gatos' para que no dañen el acolchado de los sillones, se le cortan los bigotes para que se vea 'mas lindo', es peinado con un 'cepillo para gatos' para que su pelo esté suave al tacto,  le colcan un collar antipulgas con una campanita o alguna chuchería que suene, le compran arena especial para que pueda hacer sus necesidades sin salir al exterior. Se le dan medicamentos o alimento especial para que no bote pelo, le ponen decenas de inyecciones para desparasitarlo y  para que no se enferme de a, b ni c, le compran muchos 'juguetes para gatos' para que se divierta, le aplican una inyección más para hacerlo infértil, no lo dejan salir afuera de la casa para que no se meta con otros gatos ni se ensucie, y después de todo eso, damas y caballeros, el gato está listo para ser parte de la familia.

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Estudiando en vela

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Tenía sueño. Los ojos estaban cansados, y desde hace rato lo invadía ese sopor que se les presenta a los que hace horas deberían estar durmiendo. Esteban lo sabía, y sin embargo continuaba ahí, sentado, apoyado sobre el escritorio, con una mano sujetándole la cabeza, mientras mantenía la mirada sobre el libro que seguía abierto de par en par en las páginas once  y doce desde hace más de media hora. Las tres cuarenta de la mañana y aún seguía estancado en la introducción. A estas horas sus ojos miraban a través del libro, sin enfocarse en las palabras, y su mente divagaba lentamente, se quedaba pegada con las ideas, las dejaba flotar plácidamente, se iba flotando con ellas, y otro cabeceo, y se incorporaba, y se restregaba los ojos y se hacía el ánimo de continuar.

Él tenía aptitudes.

Era lo que le habían inculcado desde niño. Él había sido un chico muy capaz, sus padres se lo habían dicho, y siempre que lo mencionaban frente a sus profesores ellos asentían con la cabeza, si bien con menos entusiasmo. Desde pequeño estuvo rodeado de libros, y las charlas de índole cultural eran comunes en su familia. En verdad  sabía algunas docenas de cosas que mucha gente de su edad desconocía, y eso lo hacía sentir bien.

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Miedo

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Pocas cosas pueden ser tan fáciles de asimilar y comprender como lo es el miedo. Es uno de los sentimientos que nos acompaña desde nuestra tierna infancia advirtiéndonos, consciente o inconscientemente, de determinados peligros que pueden ponen en peligro nuestra integridad física.

Sin embargo, hay otro tipo de miedo que no se da de forma tan natural. Ese miedo que sentimos cuando nos vemos enfrentados a situaciones cuya naturaleza se nos presenta envuelta de cierto halo de malignidad que despierta en nuestros sentidos cierta sensación inexplicable de rechazo y aversión, aunque no podamos explicar por qué.

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