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La miserable felicidad

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Es tan curioso como cotidiano que las personas busquemos la felicidad en el mismo sufrimiento que nos hunde en la desgracia. Motivados por deseos que creemos son lo mejor para nosotros, caminamos por la vida con miedo. Miedo a querer, a que nos quieran, a quedarnos solos,  a defraudar, a ser defraudados. Y los zurcos que han dejado las huellas de la vida en la forma de fracasos, desiluciones y tristezas, los atesoramos como si fueran símbolos sagrados por los que debemos regir nuestra vida hasta que la muerte nos la reclame.

Y aquellos dolores, muchas veces generosamente inculcados por padres que no sabían criar, y que no lograron disolver su propia amargura, se transmiten a los hijos cual legado ancestral, y son asimilados completamente a nuestras vidas, como si hubiéramos nacido con ellos. Pues es de la niñez de donde nacen nuestras raíces, y es en nuestro subconsciente donde quedan arraigados los recuerdos, las represiones que moldean gran parte de nuestra personalidad, envolviéndola como una enredadera que crece con los años y se hace fuerte, frondosa, absorbente, dejando pasar cada vez menos luz, hundiéndonos en las sombras.

Y a veces nos olvidamos de que afuera hay luz.

Y vamos por el mundo buscando la felicidad, pero ciegos por nuestro dolor interno. Rogamos cariño y nos apegamos desesperadamente a quien nos de una ínfima señal, aunque esa persona nos trate con desprecio. O bien, convencidos de que los otros tienen la culpa de nuestro dolor, vamos por el mundo usando a las personas para aliviar nuestra herida, y luego las desechamos como si fuesen una prenda de ropa vieja. O bien escapamos de quien sea que nos muestre cariño, o depreciamos antes de que nos desprecien. O vivimos nuestra vida al ritmo y la opinión de alguien más, para no defraudar, para cumplir los sueños de otro, y nos convencemos día a día de que esa es la vida que queremos. O nos quedamos aparte, para no sufrir, para no correr el riesgo de probar a ser felices. 



Y buscamos desesperadamente llenar el vacío interior con algo, con alguien, con lo que sea que cubra aquellas heridas. Y nos olvidamos de que el daño interior solo se puede arreglar desde el interior. Que una hemorragia interna no se sana  poniendo una venda sobre el cuerpo. Que un vacío emocional no se puede llenar con algo ni alguien, que es como un agujero negro que traga todo lo que se le eche dentro y que siempre pedirá más y más. Y que cualquier carencia emocional que tengamos, sea de falta de cariño, de seguridad, de confianza no se acabará por más cariño, seguridad y confianza que se le entregue.

Y así vamos dando tumbos, construyendo nuestra vida, nuestra cárcel, nuestro sepulcro viviente. Y transmitimos nuestro vacío a nuestros seres queridos, con la mejor intención de que vean y vivan el mundo miserable y desgraciado en que vivimos nosotros. Elegimos a nuestros amigos, a nuestras parejas, a nuestros valores, a nuestros objetivos en base a ese vacío. Creamos todo un círculo vicioso basado en nuestras carencias, y que, como suele pasar, logra amplificarlas con lo cual nos hacemos más y más daño. Pero creemos que estamos bien, que estamos a punto de lograr ser felices, o bien que podríamos estar peor, así que nos quedamos. Y nos molestan aquellos que, al parecer tienen una forma completamente distinta de ver el mundo. Tal vez nos molestan porque nos recuerdan, muy dentro de nuestro corazón, ese lejano tiempo en que nosotros también creimos que podía haber un mejor mañana. Y les cerramos la puerta y los sacamos de nuestras vidas, y hacemos todo lo posible para mantener segura nuestra cárcel, donde somos el único prisionero, y nos autoconvencemos de que no estamos en una mazmorra, sino en un fuerte que nos protege y resguarda del exterior, que de seguro es tan hostil y maligno como nos hemos convencido y convencemos a todo el que podemos de que así es.


Y como ovejas sin guía vamos por la vida corriendo de un lado a otro desamparados, dispersos, como ovejas sin pastor.

Pero el cambio duele. Darse cuenta de que toda nuestra vida podría estar basada en una ilusión construida por nuestros miedos y nuestras heridas, y que lo unico que hemos logrado es hundirnos en ellas. Y el cambio atemoriza, pues el darnos cuenta de que no somos como creemos, no queremos lo que buscamos, no tenemos con nosotros a las personas que deseamos, no vivimos como pensamos, no pensamos como decimos, en suma, que no somos nada de lo que creemos ser, sino que el pobre resultado de lo que no  hemos dejado atrás, puede ser algo demasiado chocante para algunos. Y muchos preferirán taparse lo oídos y volver a su pequeño mundo, antes que atreverse a dejar atrás sus cadenas, y abrir las puertas de su vida de par en par y dejar que entre el aire.

 Pero el primer paso en el crecimiento espiritual es precisamente ese, el hacerse conciente de cuánto de lo que decimos ser es lo que en verdad hemos elegido, y ser capaces de soportar la realidad muchas veces cruda, y atrevernos a sanar y a crecer, a ser libres, libres de nosotros mismos.  

Desde el punto de Luz en la Mente de Dios,
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la Luz descienda a la Tierra.

Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que Cristo retorne a la Tierra.

Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres;
El propósito que los Maestros conocen y sirven.

Desde el centro que llamamos la raza de los hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta donde se halla el mal.

Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra  
(La Gran Invocación)










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Nada me está esperando en ninguna parte

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"La vida no me está esperando en ninguna parte, me está sucediendo. 
No se encuentra en el futuro como una meta que he de alcanzar, 
está aquí y ahora, en este mismo momento, 
en mi respirar, en la circulación de mi sangre, en el latir de mi corazón. 
Cualquier cosa que yo sea es mi vida y si me pongo a buscar significados en otra parte, 
me la perderé." 
(Parafraseo de frase de Osho)


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Sinceramente tuyo, segun Serrat

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Hay un buen manojo de temas de Joan Manuel Serrat que podría mencionar entre mis canciones más valoradas. Se puede aprender de las canciones, si se escucha al artista adecuado. Mientras algunas solo son para bailar y otras se pasan la vida quejándose, existen otras que dicen cosas y enseñan.

Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.

Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio.

Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado.

No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien,
ni que me suba a un taburete
si quieres, probaré a crecer.
Es insufrible ver que lloras
y yo no tengo nada que hacer.

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Chipi chipi chipi...

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Hoy escucho canciones de Charly García mientras bebo unas latas de cerveza. Me gusta la sensibilidad de sus canciones. No me molesta que su voz sea áspera.

Yo nunca fui a New York,
no se lo que es París.

Vivo bajo la tierra,
vivo dentro de mí

Yo no tengo un espejo,
no tengo un souvenir.

 La lagrima me habla,
y esta dentro de mí...

Y pienso en un par de cosas en las que no tengo ganas de pensar, y mucho menos de escribir.

Yo subo la escalera
yo cumplo una mision
la lagrima me dice
que yo tampoco soy ...




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La importancia de la purificacion

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No se puede acceder a los planos superiores sin haber dominado a los planos inferiores. El camino de crecimiento espiritual no puede recorrerse reprimiendo deseos ni emociones. Un craso error de la gran mayoría de las religiones autodenominadas cristianas es el hacer que sus miembros repriman sus malos deseos en vez de enseñarles a superarlos. No robar porque Jesús lo condenaba, no ser adúltero porque la Biblia lo castiga, no mentir porque aquellos que mienten no obtendrán el reino de Dios. Producto de tales enseñanzas muchos de aquellos fieles no pasan de ser personas que reprimen sus malas tendencias, las cuales permanecen ocultas pero no son trasmutadas. Y es por eso que si son expuestos a determinadas situaciones, muchos "sucumben a la tentación". Y debido a eso recomiendan a sus fieles que se alejen del alcohol y las drogas, puesto que es sabido que el alcohol y las drogas no nos transforman, sino que solo nos hacen actuar como realmente somos.

Una persona con cierto nivel espiritual no debería temerle a las bebidas alcohólicas u otro tipo de sustancia, pues el consumo de estas no debería hacerla cambiar hasta transformarse en alguien distinto. Es más, quizás hasta debiera utilizarlos para poder conocerse más a sí mismo, pues todos tendemos a negar nuestra parte mala cuando estamos en posesion de nuestros cinco sentidos y manteniendo la compostura, y las drogas nos ayudan a ver aspectos que comunmente no observamos.

Y el requisito indispensable para poder ascender a trabajar en un plano distinto es, necesariamente, haber conquistado los desafíos y haber superado todas las pruebas del plano inferior. Imagínense a un psíquico con problemas de autoestima, o con carencias de niñez no superadas. Inevitablemente atraería hacia sí  energías de la misma vibración de sus sentimientos, las cuales sólo lo hundirían más y más.

Es peligroso desgarrar el velo sin haber tomado las debidas precauciones. Antes de tener éxitos espirituales se deben tener exitos sociales y antes de eso, exitos personales. Solo cuando se hayan aprendido y superado los aprendizajes "básicos", solo entonces se podrá hacer frente a los desafíos que se planteen después. Un gran error de algunos entusiastas de  las prácticas esotéricas es el de que, molestos con las condiciones que les ha tocado vivir en el plano material, desean pasar lo mas rápido posible a tomar contacto con planos superiores, sin dedicar tiempo y meditación a purificarse. El resultado más común es caer víctimas del caos al ser demasiado frágiles para soportar la carga de energía con la que toman contacto, y pierden el control y caen víctima de sus miedos, sus fracasos y todo el cúmulo de emociones perjudiciales no superadas que cargan a cuestas.


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