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¿Quién eres tú?

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Mirarse al espejo y quedarse contemplando la imagen mientras en tu cabeza da vueltas la pregunta de si en verdad eres el que crees ser. ¿Realmente  te gusta lo que crees que te gusta? ¿Realmente es esa tu expresión facial ante la duda? ¿Tienes de verdad ese tono de voz? ¿Haces lo que en verdad quieres hacer? ¿Buscas lo que en realidad quieres buscar? ¿En serio es esa tu forma de vestir, de caminar, de pensar, de sentir, de expresar, de percibir, de soñar, de amar, de creer?

¿O acaso sólo te acostumbraste a hacerlo así? ¿O acaso todo lo que tú eres es sólo lo que has creído que eras? ¿O acaso todos los rasgos de tu persona son sólo resultado de lo que has vivido a través de los años, y esas experiencias te han hecho pensar que tú eres así?

¿Y qué pasa si todo es una mentira, una gran mentira creada por nuestra mente? ¿Una que vives día a día, y que no piensas en romper, pues estás plenamente convencido de que es la pura realidad? 



¿Quién eres tú?

¿Más allá de los gestos, la forma de vestir, los gustos, qué queda de ti?
¿Qué queda de ti más allá de la memoria de tu existencia?

Estás rodeado de cárceles, de pequeñas jaulas, unas dentro de otras y tú en el centro. Pero las jaulas no fueron levantadas por otros, ni las llaves arrojadas lejos una vez que cerraron las puertas.

Porque nadie cerró las puertas. Tú mismo tomaste la llave y le diste vuelta a la cerradura, y te quedaste dentro "para tu propia seguridad". Y escogiste no volver a salir, y escondiste la llave dentro de la celda, y te convenciste de que era lo mejor. De que afuera no había que salir. De que no te gustaba salir.

Y pasaron los años y olvidaste que las rejas eran de una prisión que te limitaba, y las empezaste a adorar como si fueran sagradas barras que te ayudaban a delimitar tu vida: esto me gusta, esto no, esto hago, esto creo, esto me importa, esto me duele, esto me da placer... Esto es lo que soy.

¿Y qué pasaría si empezaras a buscar las llaves y de a poco, a abrir todas las puertas?

¿Qué  pasaría cuando salieras afuera? ¿Cuántos de tus gustos, costumbres, aversiones, alegrías y miedos perdurarían? ¿Cuántos se quedarían dentro de las rejas? ¿Quién serías entonces?

De nuevo la pregunta: ¿Quién eres tú?

¿Eres tus actos? ¿Tus recuerdos? ¿Tus emociones? ¿Tus temores? 

¿Quién eres tú?

¿Eres tu vida? ¿Eres lo que ven en ti los demás?

¿Y si todo eso solo fuera parte de lo que hay dentro de las rejas?

¿Y si al salir te dieras cuenta de que toda tu vida has vivido creyendo ser otro, y que nada de lo que has hecho tiene que ver con lo que en realidad eres?

¿Te atemorizarías? ¿Enloquecerías? ¿Correrías de nuevo deseperado a la jaula más escondida y cerrarías nuevamente todas las puertas para no correr el riesgo de volver a salir? ¿Para poder seguir teniendo una personalidad que te defina? ¿Para seguir viviendo la mentira?

¿Quién eres tú?... ¿Y quién soy yo...?


"La Mente es el gran destructor de lo Real. Destruya el discípulo al Destructor" 
Helena Petrovna Blavatski







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Cuando ya no te quedan ganas de seguir caminando

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Cuando ya no te quedan ganas de seguir caminando, te detienes a observar a la gente que pasa. Miras a personas solas, acompañadas, la mayoría con prisa pero algunos muy lento. Muy pocos se ven felices. La mayoría parece estar envuelta en sus propios pensamientos, su pequeño mundo de juguete en donde habitan día a día. Miras parejas que están juntas solo para no estar solas. Miras a personas solas que buscan con quien juntarse. Miras al anciano que camina a duras penas, inseguro entre la mar de gente. Miras al niño que sonríe y para quien es toda una aventura caminar entre la masa humana, siguiendo fielmente a la figura de su madre. Curiosamente es el único que sonríe. Cuando lo miras no puedes evitar sonreir también, y sentir algo de simpatía por el único ser que ha pasado delante tuyo y que da muestras de estar pasandolo bien.



Pero el flujo de personas sigue y el semáforo vuelve a cambiar de color y las personas se funden al cruzar la calle, tal como el río se mezcla al desembocar en el ancho mar. Y los pasos, las voces, los gritos, los aromas, los pensamientos, los rostros, las ropas, todo se confunde, se convierte en una inmensa amalgama de seres juntos y quizás hasta revueltos, todos parte de ese inmenso torrente de gente sin rostro y sin identidad, que desea llegar a su casa, al bar, al trabajo, a la tienda para hacer algo, algo con la vida, algo en  su mundo, un objetivo por el cual avanzar y no dejarse caer alli mismo y quedarse como idiota mirando al cielo, a las nubes a todo lo que está mas allá de su mundo, de las calles, de la gente y las voces.