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¿Y el dinero? El unico Dios verdadero

3 comentarios

El dinero es considerado el denominador común para establecer el valor de las cosas. aunque muchos afirmen que la familia o la alegría no se pueden comprar, la verdad es que día a día vendemos nuestras energías, nuestro tiempo y nuestra felicidad a cambio de dinero. Cuando pensamos en dónde ir de vacaciones, es obligatorio considerar los gastos que nos reportará el viaje. Al elegir qué estudiar y dónde hacerlo, debemos considerar cuidadosamente los costos. Cada cosa que queremos lograr implica inevitablemente un intercambio de dinero.

De esta forma no es el más virtuoso, destacado ni capaz el que obtiene más éxito, más reconocimiento o más beneficios en la vida, sino el que tiene más dinero. Por ende, es natural que esto haya hecho pensar a muchas personas que no importan las preferencias personales, los valores ni las opiniones, sino que lo más importante en la vida es obtener dinero. Y una vez que obtengamos dinero, podremos hacer lo que queramos.


También era de esperarse que una sociedad fundada en esas creencias empiece a generar en los indivíduos menos afortunados cierto sentimiento de antipatía y animosidad contra los más acaudalados. Y es que si bien puede molestar a algunos, es aceptable entre las personas que alguien capaz y habilidoso tenga más cosas que el resto. Sin embargo, día a  día se demuestra una realidad diferente. Se puede observar a personas muy acaudaladas pero de pocas luces, escasos principios y nulas capacidades, pero que aún así pueden aspirar a una vida sin preocupaciones por el sólo hecho de tener dinero.



Esa antipatía puede crecer aún más cuando las personas se hacen conscientes de que tampoco las oprtunidades para intentar obtener dinero son iguales para todos. La educación diferenciada puede ser una de las primeras demostraciones de que la brecha entre quienes tienen dinero y quienes no es algo más que el resultado de nuestras decisiones de vida. La diferencia en la calidad de la salud pública y la privada, vivida día a día en las interminables filas de espera hora tras hora, nos demuestra que la igualdad no existe.

Lo más irónico de esto, lo que hasta puede llegar a dar risa, es que el común denominador establecido por la sociedad humana es precisamente el recurso que menos oportunidades igualitarias nos entrega. El dinero sólo puede favorecer a los que quieren conseguir dinero. Esa última frase es importante. ¿Pero qué pasa si un indivíduo no está interesado en el dinero? ¿Y si se quiere dedicar al arte, irse a vivir al campo o recorrer el mundo? Pues terminará siendo pobre. ¿Y qué pasa si otro indivíduo tiene las capacidades para estudiar medicina, pero debe empezar a trabajar a los dieciocho años para mantener su hogar ? Pues terminará siendo pobre. 



¿Acaso no hay en esto algo que nos huele mal...?

Pero las cosas van más allá. Según dicen las teorías económicas, cuando cada persona lucha por su propio bienestar, se logra el bienestar común. De esa forma, mientras más egoísta sea yo, más bien me debería ir. Y la lucha de cada persona se manifiesta en la competitividad. Se trata de ser mejor que el compañero de al lado, se trata de vender más, de hacer mejores negocios, de escalar lo más alto posible. 

Y esto es como un espiral que nos arrastra a todos. 
Permítaseme poner un ejemplo:

Imaginemos que yo creo una empresa pequeña. Esta empresa debe tratar de ganar clientes, lo que posiblemente implique ganarse la clientela de las otras empresas del lugar. Hasta aquí vamos bien, esto es de lo más natural. Sin embargo, si llegara otra empresa más grande , una multinacional digamos,  con una oferta más atrayente, yo tendría dos opciones: crecer o dejarme abatir y vender o cerrar mi empresa. Si quiero crecer, deberé presentar ua mejor oferta. Y si no puedo producir artefactos más baratos, deberé reducir los costos. Posiblemente reducir los costos implique conseguir materias primas de calidad inferior y pagar menos a mis empleados. Y aunque yo no quiera tener una empresa grande y competitiva, deberé hacerlo para poder sobrevivir. Y de pronto puede que me encuentre con que estoy en medio de una batalla económica por atraer clientes y por mantener los que tengo. Y puede que en mi necesidad de mantener mi empresa y mis utilidades necesite expandirme a otros lugares donde  hay otras empresas  pequeñas que tampoco tienen afán de crecer, me instale allí con precios más atractivos que las que ellas ofrecen, compita con ellas hasta hacerlas desaparecer... y zás! De pronto me he convertido precisamente en lo que no quería ser.



Si nos ponemos a pensar un poco nos daremos cuenta de que la igualdad y el progreso de la sociedad no es el objetivo de este tipo de economía. El objetivo de cada miembro de la sociedad es  crecer y crecer hasta no poder más o hasta que otro miembro lo supere. Y la única forma de medir el crecimento que se acepta es la cantidad de utilidades anuales.

Producto de esto es natural que tengamos una sociedad de gente cada vez más encerrada en su metro cuadrado. ¿Cómo te vas a hacer amigos, si después deberás competir contra ellos? No te conviene que te conozcan, ni tampoco lo querrán ellos. Por eso pueden asaltar a unapersona en una calle a vista y paciencia de todos los transehúntes y nadie se dentendrá a ayudar. Por eso hay cada vez más personas que miran con desconfianza  a los demás, y otros que tienen una sonrisa que es más una máscara que un gesto sincero. El mensaje de nuestra sociedad es claro: estás solo, y tú debes velar sólo por tu pellejo. ¿Y quién ha implantado esa forma de pensar? Nuestra querida Economía de Mercado.



Y lo mas irónico de esto, como ya decía, es el dinero. Porque nos movemos en función del dinero. Nos desempeñamos siguiendo religiosamente las leyes de mercado como si fueran los diez mandamientos. Entregamos nuestra vida, nuestro sudor y hasta nuestra alma por el dinero. Dinero que no existe más allá de los archivos de los computadores, para quien no sepa. Porque desde hace tiempo que las monedas dejaron de ser de oro para ser de cobre, bronce y  metales menos nobles pero más baratos, y poco debe quedar para que las hagan de plástico, pues gracias a las tarjetas de crédito podemos darnos cuenta de que en esa dirección vamos.  Y hace tiempo también que todas las cantidades registradas en los libros contables dejaron  de existir en forma de billetes y monedas. Ahora nos manejamos por números guardados en algún computador. Y ese dinero nos dice si valemos la pena o no, si somos alguien o sólo un estorbo. Ese dinero nos dice cómo debemos programar nuestra vida, qué expectativas tener, qué objetivos perseguir. Ese dinero nos enseña qué es lo más importante.



Estimados lectores, pido que se unan a mí, coloquémonos de rodillas y rindamos un acto de adoración a nuestro Dios Supremo: Su Santidad El Dinero.


3 comentarios :

Anónimo dijo...

Dinero una palabra muy simple y compleja a la vez, Solo es un papel o un pedazo de metal (de el en si) pero en realidad su complejidad esta dada por un sistema creado por nosotros mismo

D eseo a mas
I nsatisfaccion con lo que se tiene
N ecedad
E goismo
R azon para ser el mejor
O rgulloso de tenerlo

David Guerrero

duranra dijo...

Amigo gracias por este publicado. Solo te aconsejo cambies el fondo de color negro, afecta la vista, lo demás excelente: Ama el dinero y vendrá a ti, Odialo y se ira, así de simple !! Abrazos !!

Juan dijo...

Crear una empresa no implica "competir, robar clientes, bajar precios", se puede crear una empresa creando mercado, dando servicios que antes no habia, facilitando la vida a la gente, etc.

Basta ya de pensar que vivimos en un mundo hipercompetitivo en el que hay ganadores y perdedores, ese es un pensamiento que nos han vendido los libros de marketing y que desgraciadamente muchos piensan que es real, pero solo es real si piensas que es real, hay mil formas de hacer las cosas sin competir y sin ser un esclavo.