Por qué las religiones cristianas apestan

La inmensa mayoría de quienes vivimos en occidente estamos influenciados de una u otra forma por el cristianismo. Y es que hay tantas y tan variadas religiones inspiradas en Cristo que no hay forma de escaparse. Sin embargo, poseen varias similitudes. Quiero hacer énfasis en una de ellas, que es la que me hizo traer a colación este tema, que me ha estado rondando en la mente desde hace tiempo.

Las religiones cristianas te enseñan, cual más cual menos, que el ser humano nace pecador, crece pecador y seguirá pecando toda su vida. Y que debemos esforzarnos por ser buenos para que Dios nos mande al cielo, nos dé vida eterna o algún premio; de lo contrario nos quemaremos o pudriremos en el infierno.

Así que debemos ser buenos. Debemos esforzarnos por ser buenos. No debemos mentir, no debemos robar, no debemos hacerle a los demás lo que no queremos que nos hagan. Debemos tener valores morales de acuerdo a la Biblia, debemos orar, arrepentirnos y pedir perdón por nuestros errores. Debemos ayudar al próximo, ser buenos padres y esposos. Y si nos ocurre alguna injusticia debemos recordar que hay un Dios que lo ve todo, y que hará justicia a su debido tiempo, amén y amén.

¿Hasta aquí todo se oye bien, verdad? Entonces dónde está lo malo, tal vez se estén preguntando. Pues aquí viene.

Ninguna religión cristiana ayuda a las personas a entender el por qué son 'pecadoras'. Ninguna les enseña a hacer una instrospección en ellos mismos para que puedan entender por qué son violentos, o son abusadores, o beben demasiado, etc. Sino que les dicen que deben cambiar para agradarle a Dios.



Y es que no es lo mismo decirle a una persona que no debe mentir a ayudarla a entender por qué ella tiende a mentir; podría ser por un problema de autoestima, de desconfianza en los demás, etc. Pero una religión cristiana no te ayudará a superar esa baja autoestima o esa desconfianza, sólo te dirá que debes decir la verdad si quieres estar del lado de Dios (léase: ser premiado por Dios).

Esto causa que muchos nunca enfrenten sus problemas, sino que los tapen con un montón de textos bíblicos y oraciones.

Por ejemplo, ¿qué le dirían a auna persona que no se quiere? ¿Que Dios la ama? Tal vez sería mejor tratar de averiguar por qué se valora poco (el que Dios la ame o no en verdad no importa; el punto acá es que ella no se quiere). Puede que sea porque se encuentra fea, porque en su casa siempre le dicen que no sirve, porque desde niño su padre lo abandonó y su madre descargaba su rabia con él, porque hace poco su pareja lo cambió por otro, etc, etc y más etc, que desde luego no se buscan.

Tomemos a la persona más miserable del mundo. Llevémosla a una religión donde la gente sea amable con él, y digámosle que Dios lo ama si él hace su palabra. Con el paso del tiempo tendremos a un fiel seguidor de esa iglesia, que de seguro asombrará a muchos con su cambio de personalidad y atraerá a más personas.

Tomemos a esa misma persona, mostrémosle paso a paso las cosas en su vida que le han hecho volverse lo que es, ayudémoslo a superar esos complejos y tendremos a una persona libre, y con una nueva personalidad llena de bondad y alegría pero sin estar sujeta a un conjunto de reglas que le digan cómo debe ser, pues al estar libre, las malas actitudes desaparecerán de su vida y las buenas aparecerán por sí solas.



Y esa persona, si lo desea, irá por el mundo ayudando a otros a liberarse, a ver la luz. La luz de la libertad, que nace de la dulce satisfacción de saber que uno puede superarse, crecer espiritualmente, purificarse y llegar a ser la mejor persona del mundo por voluntad propia. Sin necesitar obligarse cada día a contener la ira, a ser bueno con los que le hacen mal, mientras por dentro arde de indignación doblemente: indignación contra los demás por lo que le hacen sentir e indignación contra sí mismo porque no está haciendo lo que Dios le dice que debe hacer.

"y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32)