La propia responsabilidad

A medida que una persona crece, va asumiendo responsabilidades. Se hace responsable de su trabajo, de su familia, de sus deberes. Pero casi nadie se hace responsable de sí mismo. La persona no cuida su cuerpo, no cuida sus emociones, no cuida su mente.  Hace todo lo que los demás esperan de él, pero no hace nada para sí mismo. No safisface sus necesidades, sino las necesidades del entorno.

Miren a su alrededor: cada vez que se habla de "hacerse responsable" se refiere a que hay cierta labor que se debe cumplir, una labor que siempre es señalada por las reglas externas. Jamás por los deseos de la persona misma.

Y es natural que la persona culpe a las circunstancias. Pues nunca se ha hecho cargo de su vida sino que ha permitido, voluntariamente, que dichas circunstancias hagan con él como mejor les plazca. La persona adulta en general es como un niño en un cuerpo de grande. Dice que es madura, pero no toma sobre sus hombros la responsabilidad de dicha madurez. De niño, los padres decidían qué hacer con ella, y ella acataba. Ya de adulto es el jefe, la familia y la sociedad quienes deciden por ella, y ella acata nuevamente. No ha madurado. Solo ha envejecido. Se queja de las cosas malas que le ocurren pero no se hace cargo de ellas, porque aún tiene la mentalidad infantil de que alguien tiene que venir a arreglarle la vida.