Una habitación en la noche
Acostado en la cama, pero en posición de estar sentado. La luz amarilla de la lámpara a su izquierda ilumina un lado de la habitación, y le proporciona ciertos efectos de luz y sombra a las partes más alejadas. Sobre el velador, además de la lámpara de base de madera de unos treinta años de antiguedad, se hallan algunos libros y una vieja agenda, amontonados uno sobre otro en dos pilas, una con cuatro elementos y la otra con dos.
La pila más lejana es coronada por "El robo del elefante blanco y otros cuentos", de Mark Twain. Un libro viejo, de pocas páginas y portada poco atractiva de un color azul gris. Quizás por eso se demoró tantos años en interesarse por él, antes cuando era niño. Debajo, un libro de color marrón desteñido por el paso del tiempo: "La vida de nadie", de Jaime Talciani. Poco recuerda del contenido de ese libro, pues lo leyó muy de pequeño y le pareció aburrido. No entendía las historias y las recuerda vagamente. Es por eso que está ahí, pues será el próximo que comience a leer. Más abajo está una vieja agenda, de hace unos tres años, casi sin usar. La conserva a mano en caso de que sea necesario apuntar algo importante que se le venga a la cabeza o que recuerde de algún sueño. Y por último, un libro de Papus, "Tratado sobre Magia práctica", el cual ha leído casi hasta el final.
El montón que se encuentra más cerca tiene dos libros. El más grueso y que está debajo es el primer tomo de "Los documentos póstumos del Club Pickwick", del genial escritor Charles Dickens. Sobre él hallamos "El retorno de los brujos" de Louis Pauwels y Jacques Bergier.
El velador es pequeño, de madera de color claro y con un vidrio sobre su superficie, a manera de protección. Tan pequeño que solo caben los dos montones de libros y la lámpara, y apenas queda un poco de espacio para dejar algún otro objeto.
La luz suave de la ampolleta le da un aire de intimidad al ambiente. En la habitación de al lado, los leños dentro de la estufa crujen con la delicia del calor que emana del fuego que lentamente los consume. La atmósfera se siente cálida. Desde fuera llega el ruido del viento que arroja a la lluvia contra la ventana.
Tiempo soñoliento de invierno, estufa, libros, cama y la noche.
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