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El disfraz de mí mismo

1 comentario

Hoy fue un día especial. Apenas me levanté, decidí que era el día preciso para hacer un experimento. Me miré al espejo y me dije decididamente: "Este día me disfrazaré de mí mismo y nadie se dará cuenta de que llevo un disfraz".



 Salí a la calle sonriente y algo nervioso, pues nunca había hecho esto de disfrazarme de mí mismo. Mi vecino, el que atiende el negocio de la esquina, ni siquiera se dio cuenta de mi disfraz cuando fui a comprar algo de pan. Poco después salí nuevamente, ahora a dar una vuelta a la plaza. Apenas pudiendo contener la risa, y tratando de caminar como si todo fuera normal, fui observando que las personas con las que me topaba no notaban nada extraño. Eso me convenció de que mi disfraz estaba muy bien hecho. Me hacía mucha gracia el saber que todos aquellos me miraban al pasar creyendo que era yo, sin ser capaces de darse cuenta de que mi rostro, mis gestos y mi forma de caminar formaban parte del perfecto disfraz de mí que yo mismo había confeccionado.

Entré a una farmacia a comprar pasta de dientes. La vendedora me saludó, y al entregarme el vuelto le dije "gracias". Ella, ingénua como todos los demás, creía que miraba mi cara y que escuchaba mi voz. Y mientras yo, desde dentro de mi, me sonreía mientras la miraba y observaba mis propios gestos y palabras, tan similares a los míos, tan perfecto mi disfraz.

Decidido a confirmar el completo éxito de mi experimento, decidí pasar a la casa de una amiga, so pretexto de que tenía ganas de verla. Me abrió la puerta, nos saludamos y conversamos por poco más de una hora. Para mi extrema satisfacción, no notó nada distinto. Excepto mi estado de ánimo, algo más exitado que de costumbre, y no podia ser de otra forma, pues mi disfraz estaba teniendo un éxito rotundo y eso me hacia sentir ganas de saltar de felicidad.

Me hacía gracia escuchar mis palabras y el tono de mi voz, y mirar mis manos mientras hacía gestos para describir cosas. Sentía como sonreía la máscara, todo era tan, tan perfecto, bien sincronizado, y empecé a pensar que nadie podría jamás notar la diferencia entre mi yo real y mi disfraz.

Es increíble la sensación de estar dentro de un disfraz tan perfecto. De poder sentir esa extraña clase de libertad de estar escondido y de que nadie puede descubrirlo. Por esa razón deben haber sido tan populares los bailes de máscaras hace unos siglos atrás.

Horas después regresé a mi casa, cansado pero feliz con los resultados de mi experimento. Me topé con algunas otras personas, pero de todas con las que entablé conversación, ninguna, ni siquiera una, dio muestras de haber sospechado algo. Ahora escribo estas líneas poco antes de acostarme a dormir. Me he quitado el disfraz y lo he guardado cuidadosamente, en caso de que desee volver a utilizarlo.

1 comentario :

Anónimo dijo...

mmm y cual era la diferencia entre su disfraz y el no disfraz osea lo real y no real??