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Malviviendo (serie) - soundtrack

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Malviviendo es una serie española que un par de jóvenes de tanto estar desempleados, crearon,  filmaron con una sola cámara, con actores no profesionales, y la subieron a youtube. Sopresivamente para ellos, la serie empezó a viralizarse no solo en España, sino en muchos otros países de habla hispana, y de pronto se dieron cuenta de que eran famosos.

La serie cuenta las vivencias de cuatro amigos que viven en un barrio marginal de España. Se destaca por la diversidad de temas en cada capítulo y el ingenio puesto en los diálogos, los personajes y las situaciones. Podría extenderme más acerca de la serie, pero creo que lo mejor que puedo hacer es decir esto: si te gustan las series ingenionsas, graciosas pero con ese humor inteligente y rápido, de esas que cuando las ves piensas "¿y cómo se les fue a ocurrir hacer algo tan bueno como eso?", donde cada capítulo es diferente al anterior (pero con un tema coherente eso sí), entonces simplemente tienes que verla! 



A la fecha ya han salido dos temporadas, cada una de unos 10 capítulos. La serie aún no pertenece a ninguna cadena televisiva, sino que solo ha sido colgada en youtube.

Esta es la página oficial de la serie: http://malviviendo.com/

Y por último, acá les dejo los temas que han aparecido en la serie, lo que podríamos llamar el soundtrack, en una carpeta comprimida:

Listado de temas:
  • Chinitito-Chupala.mp3
    Chinitito-Malvivir.mp3
    DLujo-EsTriste.mp3
    DLujo-Experiencias.mp3
    DLujo-MiMadreMeDjioAMi.mp3
    Glands-ChemicalLove.mp3
    Glands-FalangeMen.mp3
    Kiniman-Basta.mp3
    Kiniman-EsUnGranAmor.mp3
    Kiniman-VamosALuchar.mp3
    KL-Imagino.mp3
    KL-RemixKrafty.mp3
    KL-Rumbaragga.mp3
    Mahandelins-LemonRiddim.mp3
    PM-AlegriaRiddim.mp3
    PM-DancehallBassLegalizeSound.mp3
    PM-FlashbackKaki.mp3
    PM-Funkycapitulo7teclados.mp3
    PM-SambaDuCoronoMaster.mp3

Descargar:

mirror:

 sin contraseña.

que lo disfruten :) !


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La miseria de los que no pueden dejar de hablar

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En estos tiempos ya nadie quiere estar en silencio. El estar solo se toma como algo no deseable. Tenemos que estar siempre hablando con alguien de cualquier cosa. Y si no tenemos a nadie cerca, para eso están los chats y las redes sociales de internet. Para seguir hablando de lo que sea, no importa si profundo o trivial, pero hay que mantenerse hablando siempre. 

Y si no hay nadie con nosotros ni conectado, pues para eso tenemos la televisión, en donde tenemos reality shows donde podemos ver cómo la gente habla entre ellos. Y en última instancia la música gracias a nuestros audífonos. Música que habla de lo bien que se pasa cuando hay mucha gente reunida.

De tanto hablar hablar al final muchos se quedan sin temas, así que no queda más que hablar de la otra gente. De cómo se ven, de con quien se reúnen, de cómo se visten o de qué cosas hacen los demás, los que no están presentes en la conversación. Y de pronto ocurre que ya ni siquiera eso sirve. Pero hay que mantenerse hablando, y se conversan las más absurdas banalidades una y otra vez, y se les da vuelta y se vuelven a repetir y cada vez tienen menos sentido. Pero aún así todos ríen a carcajadas y dan su opinión, tan absurda como toda la charla, pero que es necesaria para poder continuar hablando.



De tanto hablar ya ni se piensa. No emergen nuevas ideas, no se explican cosas, ni siquiera surgen bromas originales. Todo redunda en lo mismo. Y alguna vez surgen conversaciones que tales personas llaman "profundas". Esas en donde cada uno dice lo mal que se siente por dentro y todos los demás sienten lástima, pero en las que nadie ayuda al otro a entenderse ni a superarlo, ni le importa nada más que hablar de sus propios problemas.

Y cuando por alguna razón surge la oportunidad en que no tienen a nadie con quien hablar, caen en un estado de tristeza. E intentan desesperadamente encontrar algo con lo que acompañar ese momento, sea una canción de moda y alegre, hacer una llamada telefónica, mirar las fotos de sus otros "amigos", etc. Lo que sea necesario para volver a tener la mente entretenida en algo, en lo que sea que les impida ponerse a pensar.



Es en esos momentos de silencio es cuanto surge en ellos la conciencia del tremendo vacío emocional en el que viven. En esos escasos instantes es cuando  el peso de su vida sin sentido se les muestra en todo su esplendor, cada vez más gigante, hasta empequeñecerlos y hacerlos sentir miserables. Cuando dejan de hablar (porque no tienen con quien) y empiezan a pensar. Y se dan cuenta de que en fondo no le encuentran un propósito a la existencia, de que detrás de esa máscara de una sonrisa y de esa avalancha de palabras futiles que arrojan día a día, no tienen nada. Nada excepto tristeza, una profunda tristeza que jamás se han dado el tiempo de mirar cara a cara. Sino que se han acostumbrado a taparla con palabras tras palabras, unidas en inútiles conversaciones con otros que parecen ser felices, pero que por dentro están igual de vacíos y dando vueltas en un sinsentido que les da miedo enfrentar.

 Porque si bien la pobreza material es perjudicial, nada se compara a la pobreza de corazón.

Y así como un mendigo jamás se volverá rico con las limosnas de la gente, quien esté vació por dentro jamás será llenado con las risas de otros.

La meditación oriental, tan fuera de lugar en nuestra cultura, enseña a estar en silencio. Al estar sentado y sin hablar, nuestros pensamientos nos abruman. Luego de un rato la mente se aburre de pensar en lo mismo, y empieza a pensar en lo que realmente le importa. Casi siempre esos pensamientos traen dolor incluido. Pues detrás de las preocupaciones típicas de cada día están los verdaderos problemas, esos a los que siempre les estamos haciendo el quite llenando la cabeza con ruido. Entonces nos vemos obligados a escucharlos, pues no nos dejarán poner la mente en blanco, o pensar en una idea fija, sino que darán vueltas alrededor de nosotros como mosquitos. Y nos daremos cuenta de que detrás de todas nuestras actitudes diarias esos pensamientos están siempre presentes, siempre alterando nuestro actuar. Pero que al no prestarles atención no nos damos (o no nos queremos dar ) cuenta. Y por eso mismo no los solucionamos.



La única forma de ser felices es estar llenos de felicidad. No importa que todo el día estemos escuchando carcajadas, eso nos puede hacer sentir bien por un momento, pero pasará. Quienes dicen "yo por fuera siempre estoy sonriendo, pero por dentro me siento muy mal" no merecen ser felicitados como personas fuertes, sino despreciados como hipócritas.  Porque su cinismo no es con los demás, sino con ellos mismos.

No se saca nada con estar todo el día hablando. Los demás jamás nos darán la felicidad que no tenemos. La única forma es logrando sanarnos internamente. Lo que tampoco nadie puede hacer por nosotros.

Y esto no es nada imposible de hacer. No se requiere preparación especial, ni ser más inteligente o educado. Sólo se requiere tener el valor de hacerlo. Ser feliz es nuestra primera obligación. O intentarlo al menos.









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Tener todas las respuestas

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¿Qué buscamos las personas? Es tan sencillo perderse entre la maraña de oportunidades que se nos ofrecen a cada momento. Lo que queremos, lo que tememos, lo que hemos soñado y que creemos que puede pasar, nuestra peor pesadilla vislumbrada desde lejos acercándose.

Lo que te dicen, lo que dices, lo que lees, lo que ves, lo que aprendes y lo que no te atreves a aprender.

Se dice que el universo siempre nos entrega las respuestas a lo que queremos saber. Pero eso no significa que obligatoriamente las vayamos a entender. Mucho   menos que vengan en la forma que nos gustaría. Así como aquella carta importante dejada bajo el umbral de nuestra puerta, que pisoteamos por ir demasiado aprisa y cegados por los problemas que monopolizan nuestra mente, y que trae exactamente esa buena noticia que estamos esperando ansiosos. A veces simplemente no miramos hacia donde debemos mirar.



Y si la sutil respuesta pasa desapercibida, y si tenemos la suficiente suerte de que el universo nos cuida, llegarán otras pequeñas señales a nosotros. Pero si aún así las ignoramos, entonces puede que se presente un giro fuerte del mal llamado "destino" que provoque un cambio radical en algún aspecto de nuestra vida. Posiblemente ese cambio no nos guste. Pues si no vimos -o no quisimos ver- las pequeñas señales enviadas a nosotros con anterioridad, las cuales posiblemente nos indicaban que debíamos hacer ese cambio por nosotros mismos, entonces nuestra nueva situación no nos resultará agradable.

¿Qué hacer? Desarrollar el autoconocimiento. Jamás podremos ver todas las respuestas mientras estemos cegados por nuestros pensamientos, nuestras emociones fruto de nuestras carencias y nuestras preocupaciones. Si a duras penas nos conocemos a nosotros mismos, ¿cuántas posibilidades tenemos de conocer a los demás? Ciegos guiando a ciegos, deambulamos por este mundo dando consejos de ciego a ciego, diciendo  que lo que siempre hemos hecho, o lo que nos ha resultado es el mejor modo de proceder en cada caso. Y como guías y seguidores ciegos, chocamos una y otra vez contra los obstáculos que nosotros mismos nos colocamos delante y contra los que han colocado los demás. Y nos lamentamos y culpamos al cielo de lo que es nuestra única e instransferible responsabilidad: crecer.

Pero es mucho más sencillo decirlo o leerlo. En la práctica muchas veces duele.








Silencio

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La calle estaba completamente silenciosa. Atardecía sobre la ciudad completamente quieta. El sol estaba en el ocaso. La casa estaba en silencio también. No se escuchaba ningún ruido, ni adentro ni afuera. El silencio bañaba todas las piezas, todos los jardines, lamía las calles y revoloteaba en el aire. Descansaba sobre las hojas quietas de los árboles. Por la ventana un hombre miraba en silencio. Disfrutaba de la quietud. Observaba cómo los últimos rayos del sol jugaban con las nubes a dar forma a llamaradas de fuego sobre el pálido azul del cielo.

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La Verdad es la Mayor Ofensa

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Texto trancripto textual (valga la redundancia) de las palabras del Maestro Osho:

"No eres tú el que te has alejado demasiado, son ellos los que han ido demasiado lejos, y han estado alejándose durante millones de años. La distancia entre el hombre real y hombre tal como existe en el mundo, se ha hecho casi insalvable. Están tan alejados de su propia realidad que han olvidado el camino de vuelta.
Han olvidado cuál era su propósito al venir aquí.
Hay una antigua parábola...

"Un rey muy sabio quería que su hijo su único hijo y sucesor fuera también muy sabio antes de sucederle y convertirse en rey de su vasto reino. El anciano eligió un camino muy extraño: Envió a su hijo lejos del reino, le dijo que le abandonaba, que debía olvidar completamente que era un príncipe. «Ya no es un príncipe y no voy a hacerle mi sucesor.»

Le fue arrebatado todo, sus hermosos ropajes, sus ornamentos...; le dieron las ropas de un mendigo y de noche le metieron en un carruaje para expulsarle del reino. Había órdenes estrictas de no permitir su regreso al reino bajo ningún concepto.

Pasaron los años; el príncipe se convirtió en un verdadero mendigo y olvidó que había sido príncipe. De hecho no tuvo que hacer esfuerzos para olvidar, porque era un mendigo. Pedía ropa, alimento, abrigo y había ido aceptando lentamente la condición en la que se encontraba.
Después de muchos años, un día estaba sentado a la puerta de un hotel, pidiendo. Era pleno verano y quería conseguir suficiente dinero para comprarse un par de zapatos de segunda mano, por supuesto porque la tierra le quemaba como el fuego y caminar sin zapatos era imposible. Tenía heridas en los pies y tan sólo pedía que le dieran unas cuantas monedas. En aquel mismo momento un gran carro dorado se detuvo delante del hotel y descendió de él un hombre que le dijo: «Tu padre te llama para que regreses. Es muy anciano, casi está muriendo y desea que seas su sucesor.»

En un segundo el mendigo desapareció. Aquel hombre cambió completamente; se podía ver en su cara, en sus ojos... las ropas seguían siendo las de un mendigo, pero el hombre era totalmente distinto. Se reunió a su alrededor una gran multitud -la misma multitud ante la que había estado poniendo la mano para recibir unas monedas- y todos comenzaron a mostrarle su gran amistad. Pero él ni siquiera les prestaba atención. Subió al carro, se sentó en él y dijo al hombre que había venido a buscarle: «En primer lugar llévame a un lugar hermoso donde pueda darme un buen baño, encontrar ropa adecuada a mi condición, zapatos y ornamentos, porque sólo como príncipe puedo presentarme ante el rey.»

Volvió a casa y lo hizo como príncipe. Dijo a su padre: «Sólo quiero preguntarte una cosa: ¿Por qué he tenido que mendigar durante tantos años? Realmente me había olvidado... Si no me hubieras pedido que regresara, habría muerto como un mendigo, sin recordar jamás que había sido un príncipe.»
El padre dijo: «Es lo que mi padre hizo conmigo. No lo hice para hacerte daño, sino para que pudieras experimentar los extremos de la vida: el mendigo y el rey. Y todo el mundo existe entre estos extremos.

Aquel día te dije que olvidaras que eras un príncipe; ahora quiero decirte que ser príncipe o mendigo son sólo identidades que nos dan los demás. No es tu realidad, no eres tú: no eres el príncipe ni el mendigo. En el momento que te das cuenta de que no eres lo que el mundo piensa de ti, no eres lo que pareces ser sino algo tan profundamente escondido dentro de ti que nadie excepto tú puede verlo, entonces es cuando un hombre se hace sabio. De este conocimiento procede la sabiduría.

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Las drogas y el autoconocimiento

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No algunas, sino todas las actitudes que se consideran como negativas son resultado de una marca, una cicatriz dejada en nuestra memoria en algún momento de nuestra vida. Pero como en nuestra sociedad le damos excesiva importancia al intelecto y dejamos de lado la intuición y las emociones, creemos que porque no recordamos algo, entonces se ha borrado de nuestra  mente.

Nada más falso. Por eso muchas personas cambian tanto cuando revientan en rabia. Por eso algunos otros parecen ser una persona distinta cuando se embriagan. Es porque cuando el intelecto está embotado -sea por una intensa emoción o por alguna droga-, el inconsciente toma el control y, como un animal salvaje encerrado y maltratado, arremete contra lo que se le ponga delante en su deseo de manifestarse.

Soy un firme partidario de que toda persona debería consumir drogas cada cierto tiempo. ¿La razón? Pues, la misma mencionada en el párrafo anterior. Como las drogas embotan la mente consciente, entonces se podrá ver qué emociones hay detrás de esa careta que llevamos puesta todos los días y que se llama racionalidad. Los casos más interesantes serían los de aquellas personas que demostraran un alto grado de deshinibición: se vuelvan más locuaces, más agresivas, más atrevidas, etc.


Es lamentable que muchas personas tengan miedo o verguenza de demostrar tristeza o desilución, como si en la vida todo debiera ser obligatoriamente color de rosa. Hay quienes cuando están en sus peores momentos prefieren salir con muchas personas y donde halla mucho ruido con el fin de olvidarse de sus dolores en vez de enfrentarlos cara a cara y aprender de ellos. ¿El problema? El dolor pasa, pero no se quedan con la lección aprendida. O peor aún, el dolor no se va completamente jamás, y siguien como si ya no existiera. Pero lo que no se deja atrás se aloja en nuestro inconciente, y allí crece y crece. Y de pronto nos sorprendemos moviendo los brazos y hablando a gritos en un ataque de furia, o bien llorando sin saber por qué. Pues, es nuestro inconsciente que aprovechando algún descuido ha tomado algo de control de nuestro cuerpo y nos hace saber que algo está mal allí adentro. Nos está diciendo que sufre, y por eso, que nosotros estamos sufriendo también, aunque no lo queramos aceptar, aunque no lo recordemos.

En esta era en que solo la fortaleza y la racionalidad es lo importante, nos olvidamos de que primero sentimos y luego existimos. De que todo pensamiento es precedido por alguna emoción, y que las definiciones, clasificaciones y demás actividades del conocimiento racional son resultado de la necesidad de comunicar el mundo desde nuestro  inconsciente hacia afuera y desde el mundo exterior hacia nuestro inconsciente.

Y por no tomar en cuenta lo que realmente somos, hemos convertido a nuestro inconsciente en un ser salvaje, criado a base de golpes y maltratatos por cada situación que nos ha marcado. Y siendo golpeado nuevamente por nosotros mismos cuando ha querido quejarse y solicitado nuestra ayuda y apoyo "racional". Es natural entonces que cuando pueda tomar el control nos volvamos agresivos e insoportables.  El inconsciente puede estar prisionero dentro de nuestra cárcel de normalidad, pero si las cosas están mal él se manifestará de alguna forma, y si insistimos en ignorarlo y el problema es muy grave, elegirá formas cada vez más agresivas. Por eso es que podriamos tener cambios bruscos de ánimo, pesadillas, estrés, depresión, ataques de ira, neurosis, y en casos más graves dolores en el cuerpo, enfermedades, tumores, etc.

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Todos somos imperfectos. ¿O no...?

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"Todos somos imperfectos y cometemos errores", suele ser la afirmación que muchas religiones cristianas hacer para justificar el que el ser humano es algo así como un producto defectuoso que no puede funcionar sin seguir las instrucciones de su "fabricante", es decir, de Dios.

De esa forma, se suele afirmar que es nuestra imperfección la que nos hace cometer errores, la responsable de nuestras malas costumbres y actitudes y de que no seamos "perfectos".

Así, costumbres como la holgazanería, el robo, y actitudes tales como  el mentir compulsivo, los ataques de ira, la infidelidad, el odio, etc. son pues, parte de la prueba de que el ser humano no está funcionando bien.

Es interesante notar que al calificar cosas tales como el mentir, el robar, el odiar , etc como fruto de la imperfección, tácitamente les estamos dando el calificativo de "insuperables". Pues, si el ser humano nace imperfecto -es decir, fallado de fábrica-, entonces lo mejor que puede hacer es luchar contra esas malas actitudes y contenerlas lo mejor que pueda, para, gracias a su esfuerzo y la ayuda de Dios, llegar a dejarlas de lado.



Al parecer las religiones ignoran -o quieren ignorar- completamente los descubrimientos del campo de la psicología en lo tocante al inconsciente humano y a que muchas de las "malas" actitudes de nuestra vida son resultado de hechos más o menos traumáticos vividos en edad temprana de nuestra vida. Mientras menos edad, más profundo el trauma y más difícil de recordar por nuestra memoria.

Y si nos ponemos a investigar un poco, nos daremos cuenta de que cosas como la mentira, el odio, la inseguridad, el sufrimientos, la baja autoestima y otras no solo dejan de ser fruto de la tan mentada imperfección, sino que pasan a ser actitudes completamente explicables. Es más pueden llegar a ser completamente superables, con un poco de esfuerzo del afectado.

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