¿Dónde esconder tantas manos?
Es el título de una canción de Las Pastillas del Abuelo (LPDA) cuya letra, después de haberla escuchado cuidadosamente, no me deja de maravillar por la profundidad tras sus simples pero significativas palabras. Mientras más la escucho más me convenzo de que el compositor descubrió algo muy importante en su vida, en la vida de cada persona, algo que toda persona debiera escuchar, algo que debiera ser dicho desde el púlpito de las iglesias, en las salas de clase y en las calles y la televisión, de forma que nadie pueda perderse la oportunidad de oírlo.
A veces nos pasamos la vida viendo lo malo de las personas, lo que nos separa de los otros, lo que nos da pie para criticar y rechazar a los que son distintos. ¿Y qué pasará si nos llegamos a quedar solos? ¿Nos conseguiremos un perro a quien seguir criticando, a ver si este nos soporta?
Y vivimos con miedo cada día. Miedo a perder y que se burlen de nosotros, miedo a ganar y no saber qué hacer con lo ganado. Pensando que el día de hoy es malo y en que cómo nos gustaría volver a alguna etapa de nuestra vida que ya pasó. Y miramos nuestro vivir y decimos que estamos sobreviviendo, sobreviviendo.
Y nos pasamos quejándonos de las personas, del sistema, de la vida, del clima o de las deudas y cada vez nos alejamos más de lo que realmente somos. Y nos transformamos en personas amargadas que ya no vivimos ni creemos por nosotros mismos, sino por las cosas que nos rodean y por las que nos dejamos llevar.
Y nos sumergimos en los vicios de la droga, el tabaco y el alcohol diciendo que ellos nos liberan, que los necesitamos para funcionar, que es parte de la tradición familiar. Y el exceso de placeres nos va dejando cada vez más vacíos, pero pensamos que eso esta bien y que no queremos pensar más.
Y seguimos nuestra vida tomando cosas de aquí y de allá, sin tener el valor de preguntarnos si eso es lo que en verdad queremos, ni mucho menos el de cambiar nuestra forma de ser. Es mejor escapar.
Pero podemos enfrentar esa realidad. Ya no ir de aquí para allá. Y con el paso del tiempo podemos lograr hacer cambios en nuestra vida y lograr mirarnos al espejo y saber sentirnos orgullosos de nostros. Y podemos elegir cómo vivir las experiencias de la vida e incluso las podemos alternar a nuestro gusto.
Y si te sientes grande, feliz y exitoso y lo dices, y alguien te replica que eres un soberbio, pues tú le dirás que se equivoca. Pues la gente soberbia hace sentir a los demás como inferiores. Sin embargo, la gente feliz logra transmitirle esa felicidad y esa sensación de seguridad a otras personas, lo cual de seguro les hará un bien.
Dejo acá la letra y un video de la canción:
¿DÓNDE ESCONDER TANTAS MANOS?
Que yo no soy, que es él, que yo actué bien y él no.
Ah, no, de acá yo no me muevo.
Que por cuestión de piel, de sexo, religión,
tus zapatos no me los pruebo.
¿A quién le vamos a tirar una pared cuando ya no nos quede nadie?
Tal vez un perro fiel, a cambio de comer, soporte hasta lo insoportable.
Temiendo ser peor, temiendo ser mejor, temiendo, al fin, siempre temiendo.
Viviendo en el ayer, aletargando el hoy,
sí, Víctor, sí, sobreviviendo!!!
Juzgando al por mayor, te alejás más y más del juicio que más importa,
que es el juicio interior, que es el que hay que afrontar,
siendo parte de esta torta.
Le atribuís el groove de un riff ciento por ciento a la paz de la nicotina,
hipocondría maternal y paternal, hereditaria vitamina.
Los placeres te acortan la correa, y vos que te pensás un indomable.
¿Qué gracia tiene andar por esta sociedad jactándose de responsable?
Si como un pulpo vas tirando piedras no hay dónde esconder tantas manos.
Es mejor asumir la cobardía de huir a la responsabilidad de vivir...
No importa cuánto me puedas alejar de la realidad, yo siempre vuelvo.
Sicología infernal, picante, dulce y sal,
pero despierto y ya no cuelgo.
Pasado el tiempo al fin el espejo devuelve una imagen más familiar.
Hoy eligiendo a gusto y alternando, puede haber picante, dulce y sal.
Me bato a duelo con quien diga
que voy bien porque hay rachas en esta vida.
Soy grande y qué, señor,
no vaya a confundir la soberbia con autoestima.
Que la soberbia mira desde más arriba
y no llora penas ajenas.
En cambio, la autoestima se transmite y contagia
cualquier persona buena.
Juzgando al por mayor, te alejás más y más
del juicio que más importa,
que es el juicio interior,
que es el que hay que afrontar
siendo parte de esta torta.
Si como un pulpo vas tirando piedras no hay dónde esconder tantas manos.
Es mejor asumir la cobardía de huir a la responsabilidad de vivir.
Letra: Juan Fernández
Video:
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2 comentarios :
Hay derecho a quejarse, eso a veces no quiere decir que seas amargado, solo que te gusta quejarte
Y la felicidad tampoco radica en ostentar sus logros, sino en la tranquilidad consigo mismo,aunque te salgan las cosas mal. Seguramente siempre se llorara o sufrira, pero cuando tienes el suficiente temple para seguir adelante sin que los porrazos te afecten mucho es lo máximo...las amarguras vienen porque existen, sí....pero invaden hasta el fondo solo cuando tu las dejas
muy buena interpreacion,justo lo que estaba buscando ya que entendia el mensaje de la letra pero no odia describirlo,genioo
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