Angelorum

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La última noche

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Todo comenzó una noche de marzo en otoño. El viento corría extrañamente fuerte y traía aire inusitadamete tibio. Algo que jamás ocurrió en esta época del año, ni en ninguna otra en este clima. Con el avanzar de la noche el viento se hizo más y más fuerte y el calor del aire aumentó. Se escucharon fuertes ruidos dede el suelo y la tierra tembló levemente. Arthur se encontraba en casa, nervioso. A ratos salía al patio y contemplaba el cielo donde las estrellas brillaban grandes, cercanas, como nunca las había visto antes. Toda su calle estaba en slencio, aunque en la mayoría de las casas se veían luces. La gente tenía miedo. El ambiente olía a suspenso, a expectación suspendida. Tenía la sensación de que algo, algo que nunca había visto antes, iba a ocurrir esa misma noche. Regresó al interior y encendió el televisor. En un canal estaban hablando acerca de los terremotos y las probabilidades de que, nuevamente, uno de ellos tuviera lugar en el país. Todos estaban un tanto atemorizados desde el día anterior,  pues un sismo de 7 grados había remecido a algunas regiones cercanas .

Pero una cosa es el miedo colectivo, y otra muy distinta es sentirlo en el ambiente. En la noche, en el viento, en el brillo de las estrellas, en el contonearse de los árboles y sus ramas, en el silencio, en la espera. Arthur no sabía qué esperaba, pero tenía esa extraña sensación de que llegaría de todas formas. Dejó la televisión encendida, se dirigió a la ventana abierta y observó hacia afuera. La pesadez del ambiente había aumentado. Incluso se podía advertir cierto tipo de tensión en... en qué? ¿Acaso las plantas, las piedras, la tierra misma podían transmitir tensión? Eso fue lo que Arthur creyó. Respiró hondo, y la calidez del aire que llenó sus pulmones no le gustó. Se dirigió al baño para mojarse el rostro, pues no tenía sueño. 

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Las mujeres y el tiempo de espera

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El otro día quedé de encontrarme con una amiga en cierto lugar a una hora determinada. Llegue puntual, y luego de esperarla unos 25 minutos, asumiendo que no vendría o que habían cambiado los planes, di una vuelta por el lugar y me marché.

Un día después hablo con mi amiga. Ella me dice: "Pero si es verdad, el otro día llegué tarde, como veinticinco minutos después, y te estuve esperando. Yo cuando digo que llegaré, siempre llego. Mira, para la próxima ocasión, si tu llegas a la hora convenida, y ves que yo no llego, espera. Yo cuando digo que voy, voy."

Me quedé pensándolo unos momentos. -Claro, o sea, si quedamos en  salir a las cinco y yo llego a las cinco al lugar y no la veo, me siento a esperarla, ¿qué mejor?. Y si el tiempo pasa y veo que ya son las cinco y cuarenta, no importa. Yo espero. Y si comienza a volverse frío el ambiente y anochece  y dan las ocho, pues yo, estoicamente, sigo esperando. Y si llegan las diez, bueno, yo como hombre discernidor y constante, sé que estoy en mi  lugar, así que espero.

O sea, mi misión estaba clara: ESPERAR.

La quedé mirando un breve instante y le dije: "-Ah, perfecto, o sea que si no llegas, yo me tengo que quedar sin moverme del lugar, hasta que llegues."

- Exacto, porque si no, sería como una muestra de falta de lealtad.

- Una muestra de falta de lealtad... me dije para mis adentros. ¿Y qué hay de los minutos que uno pierde esperando cual árbol plantado? Pues, de los minutos no me dijo nada. Esos no descuentan puntos en la escala de la lealtad, ni en ninguna otra.



Me quedé pensando que al parecer es cierto que para las mujeres el tiempo corre a una velocidad distinta. Y que al parecer no tiene el mismo valor, o al menos no de la misma forma, que para los hombres. Es cosa de ver lo que ocurre cuando una mujer dice: "espérame cinco minutos, me estoy terminando de arreglar...". Al escuchar decir esas palabras, uno sabe que lo mejor es buscar un libro o un diario, y un buen sillón, y acomodarse.

De todas las chicas que conozco, amigas o con las que he salido, no conozco a ninguna que, con el paso del tiempo, no termine llegando tarde. Debe ser algo biológico.

¿Y qué podemos hacer al respecto? Pues nada. Al menos con mi amiga ya he resulto ese problema. De ahora en adelante la paso a buscar a la casa para no tener que esperarla.






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Mi opinión acerca del aborto y el respeto a la vida

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Ultimamente se ha estado hablando bastante acerca de la posibilidad de legalizar o no el aborto terapéutico en Chile. Argumentos en contra y a favor van y viene, barajándose entre la defensa a la vida del no nacido y la de la mujer que lo lleva dentro y que lo criará.

Me llama la atención uno de los argumentos que más se esgrime en contra del aborto: el de que la vida es sagrada,  que una persona no tiene derecho a atentar contra la vida de otro ser, que un no nacido sigue siendo una persona, y que el aborto es sinońimo de asesinato.

No puedo dejar de pensar que en todo esto hay un profundo sentido de ironía.
¿Así que la vida es, segun dicen, sagrada? Pues hay una pequeña discordancia en este planteamiento.

Pues a cada día vemos pordioseros en las calles, muchas veces ancianos sucios y vestidos con harapos, durmiendo en alguna esquina en una noche de invierno, tapados con cartones, y NADIE se detiene a decir "pero cómo puede una persona estar viviendo así, si la vida es sagrada, una vagabundo también es una persona...", etc.

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Mi opinión de la educación superior y demases

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¿Cuanto puede ganar un profesor de tiempo parcial -nuestra cultura chilena, tan propensa a adoptar cualquier modismo extranjero sólo por venir de afuera nos ha acostumbrado a llamarle part-time al tiempo parcial, como si por decirle así nos estuvieramos volviendo más civilizados o más "top"- en una institución de educación superior de Chile?

Conozco dos institutos profesionales que a sus profesores les pagan $ 3.600 y $3.500 la hora, respectivamente. Estos institutos ofrecen carreras tales como ingenierías. Y por tanto, exigen que sus profesores posean un título profesional similar al de la carrera en la que enseñarán.

¿Qué significa ser profesor de tiempo parcial? No es solo llegar a una sala de clases, hablar durante un par de horas y marcharse. Además de eso, el docente debe dedicar tiempo a planificar las clases, diseñar los instrumentos de evaluación que usará, buscar material bibliográfico de apoyo a los estudiantes, responder preguntas de los mismos alumnos por mail fuera del horario de clases, etc.

El disfraz de mí mismo

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Hoy fue un día especial. Apenas me levanté, decidí que era el día preciso para hacer un experimento. Me miré al espejo y me dije decididamente: "Este día me disfrazaré de mí mismo y nadie se dará cuenta de que llevo un disfraz".

El problema de aceptar a los demas

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Hay ciertas personas que tienen problemas con la humildad. Pero no hablo del problema de la falta de humildad, sino de cuando se la tiene en exceso. De cuando se insiste en ver a todos, en especial a los amigos, como a iguales. Iguales en entendimiento, en capacidades. No me refiero a esperar que todos los amigos piensen lo mismo, pero si a esperar que todos piensen *algo*, que tengan opiniones o anhelos que vayan más allá de lo básico de pasarla bien, encontrar el amor "verdadero" y reirse.

Y lo chocante, lo descolocante, lo que en verdad puede llegar a causar verdadera molestia, es cuando ves que alguno de esos amigos que aprecias, de aquellos de quienes esperas algo, aunque sea un pequeño atisbo de lucidez cada tanto, se comporta como un perfecto idiota, y no pasa de ser una persona más que no tiene mayores intereses, que en su vida no aspira a lograr algo trascendental, que sus temas de conversacion son insípidos y simplones, que sus gustos y las personas que encuentra interesante no tienen nada de especial.

Entonces te le quedas mirando y te molesta, te hace sentir mal y te pones triste, y no sabes si culpar a tu amigo por no ver más allá, o culparte a ti mismo por no ser capaz de mantenerte sereno, de tenerle paciencia, o por no ser capaz de reconocer que es inferior, y que va a seguir así por el resto de su vida.

Y te dan ganas de sujetarle por los hombros y sacudirlo y decirle ¡despierta!

Pero al final te levantas y te marchas sin dar mayores explicaciones.